Uma abóbora com sabôr requintado
Todos los miércoles hay tianguis (mercadillo) en el pueblo y con frecuencia vamos a ver qué hay a la venta en la sección de frutas y verduras.
Hace unas semanas hpasamos junto a un puesto que nos llamó muchísimo la atención; la fruta traía mensajitos escritos sobre la cáscara. En la sandía, por ejemplo, se podía leer:
Riscada mas estou mortinha por ser comida
Es decir: Rayada pero me muero por ser comida
Me causó tanta gracia que decidimos comprar una de las calabazas, aquella que proclamaba que era calabaza con sabor exquisito. De pilón recibimos una clase intensiva de portugués: el vendedor se puso a platicar con nosotros, empezando por la alimentación ideal y acabando por su experiencia con una doctora de origen chino que vive dos pueblos más allá del nuestro. El vendedor estaba sorprendido por lo joven que se ve la médico, aunque después de haber vivido en Asia Ulises y yo sabemos que muchas asiáticas se ven mucho más jóvenes de lo que en realidad son.
¿Qué preparé con la abóbora de supuesto sabor exquisito?
Pues una parte la transformé en sopa y la otra se convirtió en mermelada de calabaza con naranjas de cosecha propia. Pero debo confesar que el sabor de la calabaza, aunque pasable, no era exquisito. ¿Habrá donde me pueda quejar por publicidad engañosa?
Postdata: la calabaza tenía un momntón de pepitas, así que me puse a investigar cómo se pueden preparar, y ayer por la noche las tosté en el horno. Tanto Ulises y yo estamos de acuerdo que fue lo más rico de la abóbora.
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