Las diarias
Durante la temporada baja, es decir, de noviembre a junio, la mayoría de los restaurantes de lunes a viernes ofrece un menú diario.
Este menú funciona similar a lo que en México conocemos como comida corrida ya que por lo general incluye la sopa, el plato fuerte, pan, una bebida y un cafecinho.
E igual que la comida corrida, no sabes qué está en el menú hasta que te sientas en la mesa y el mesero te ofrece los platillos del día.
La sopa siempre es una crema de verdura con base papa, a veces con algo de zanahoria, a veces con berza (un tipo de col típico del norte de Portugal y Galicia), pero siempre muy rica.
Como plato fuerte generalmente ofrecen al menos un platillo de carne y otro de pescado. Nos hemos topado con bacalao en todas sus versiones, aunque nos gusta mucho más cualquier pescado a la parrilla.
Estos platillos también me han sido útiles cuando a la hora de ir al mercado: se me hacía muy difícil elegir pescado en cualquiera de los tres puestos que los venden, ya que se ven muy diferente a los que conocía de México.
Pero ya sé que las cabalas, las douradas y los robalinhos tienen muy buen sabor, pocas espinas y además no son tan caras.
También hemos comido chuletas o bistec de ternera, y hasta conejo que estuvo ¡exquisito!
Por cierto que esta última palabra significa algo completamente diferente en portugués: raro, extraño, incómodo... Si quiero decir que algo estuvo exquisito debo decir requintado, delicioso, gostoso.
El precio de estos menús varía entre seis y ocho euros, y en algunos lugares incluye también el postre. Lo que siempre puedes pedir es un fino (200 mL de cerveza, equivalente a la caña española), o una caneca de vino para acompañar la comida. Cuando pides vino normalmente sirven vino verde, un vino típico del noroeste de Portugal, con tintes ácidos y a menudo ligeramente espumoso. El nombre proviene de la uva que se utiliza para su elaboración, ya que apenas ha madurado.
Entre los postres que más me gustan está la leite-creme, versión portuguesa de la crème brulée. También hemos probado el pudim, pero no le llega a un buen flan mexicano como aquel que servían en la pozolería El Grano de Oro en Cuernavaca.
Una buena comida termina con un buen cafecinho o, en el caso de la foto, con una deliciosa meia de leite.
Provecho, qué rico!!
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