Donde se unen el Minho y el Atlántico
Desde el viernes 15 de enero estamos en confinamiento obligatorio; sólo se permite salir de casa para ir al supermercado, al médico o a alguna cita previa en dependencias de gobierno. Las personas que no puedan hacer teletrabajo sino que necesitan acudir al lugar de trabajo deben tener una carta de la empresa certificando la necesidad de desplazarse.
Lo bueno es que el clima ayuda a querer quedarse en casa: desde hace diez días ha estado lloviendo muchísimo, incluso en varias ocasiones el observatorio ha emitido alertas por la velocidad del viento. Lo malo es que también se antoja acurrucarse en el sofá con un buen libro acompañado de una taza de café o té, según la hora del día, ignorando la computadora y el blog... Abandonaré mi vicio por algunas horas para terminar este entrada, jeje.
El río Minho, este río que impone su huella sobre el norte del distrito de Viana de Castelo, nace a 340 kilómetros al este del Atlántico, en las montañas de Galicia, cerca de la población de Meira. Los últimos 75 kilómetros de su recorrido el río delimita la frontera entre Portugal y España, desde Monçao hasta Caminha.
Como pueden ver en el mapa, al final de su recorrido el Minho se topa con un banco de arena protegido por el bosque del Camarido, creando algo así como una laguna que separa Caminha del Atlántico y que es un puerto natural para anclar pequeños barcos de pesca.
Del lado norte el monte de santa Tecla vigila las aguas que lo rodean y en días despejados ofrece una vista maravillosa sobre la Mata do Camarido, Caminha, el Minho y A Guarda, en Galicia. En estos tiempos en que es tan complicado viajar, se agradece que en la cima de la montaña se encuentre una cámara web (enlace) que permite observar un área bastante extensa a su alrededor, desde A Guarda hasta la ribera portuguesa.
Cuando vamos al centro de Caminha podemos elegir entre dos rutas. La más directa es bajar a la carretera N301 que une Caminha con Vilar de Mouros, entrando al pueblo del lado de la estación de tren. Otra opción es rodear la montaña en dirección al oeste y entrar al pueblo por el lado donde se encuentran la policía y el correo.
Este segundo camino nos gusta mucho porque en días bonitos ofrece unas vistas espectaculares. Cerca de la casa se abre el panorama hacia el estero que se forma donde el río Coura se integra al Minho; unas cuantas curvas más adelante hacen su aparición los techos de teja y muros de piedra de Caminha con la Igreja Matriz y la Torre do Relógio como puntos de referencia; y por último se presenta la foz del Minho, a veces como una enorme laguna azul, a veces color gris plomo, otras veces mostrando los bancos de arena que aparecen con marea baja, pero siempre maravilloso ante nuestros ojos.
Las dunas de arena que limitan el río crean una situación peculiar: hacia el este se encuentra la playa que da al Minho, sin olas, muy frecuentada en el verano por familias con niños pequeños.
Pero basta caminar tres minutos entre los pinos del bosque, cruzando las dunas, para toparse con el océano y descubrir una inmensa playa que va desde la foz do Minho hasta Moledo, unos tres kilómetros al sur.
A unos doscientos metros de la Praia do Camarido se ubica el Forte da Ínsua, una de las muchas fortificaciones que se pueden encontrar sobre la costa atlántica de Portugal.
En un principio, en el siglo XIV, en la isla de Santo Isidoro se estableció una pequeña comunidad franciscana pero dos siglos más tarde el rey Manuel I de Portugal mandó ampliar y fortificar las instalaciones, cumpliendo la construcción una doble función de convento y cuartel militar.
Hacia 1830 los monjes abandonaron el convento, quedando el fuerte como instalación militar únicamente. Hoy en día se encuentra abandonado, y durante los veranos es posible ir de excursión a la isla a pasar el día en su playa.
Y así se presenta este punto de encuentro en río, arena y mar al caer la tarde:
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