Los lavaderos públicos
De niña cantaba una ronda infantil originaria de Alemania que comienza así:
Zeigt her eure Füße, zeigt her eure Schuh'
Und sehet den fleißigen Waschfrauen zu...
Bailando y cantando íbamos imitando las acciones que realizan las lavanderas diligentes, que inician por lavar la ropa para después enjuagarla, exprimirla, tenderla y plancharla. En la última estrofa las lavanderas por fin se sentaban a descansar.
En una de nuestras primeras estancias aquí en Portugal recordé esta ronda de mi infancia. Una mañana soleada pero fresca decidimos ir caminando al centro de Caminha con la excusa de ir a tomar café en la plaza.
Bajando por la Rua de São Sebastião, oímos que caía agua a un lado de la calle, sonaba como si hubiera una pequeña cascada. Movidos por la curiosidad nos dirigimos hacia el sonido para descubrir una pequeña escalera oculta tras unos setos. Al dar la vuelta vimos que la escalera llevaba al lavadero que ven en la foto de la izquierda.
Una vez que encontramos este primer lavadero, despertó mi curiosidad por saber si habría más en la zona, sobre todo porque me llamó mucho la atencion el buen estado en que se encontraba, limpio y sin plantas, y también la claridad del agua.
El siguiente lavadero también lo encontramos por casualidad. Preguntando por una ferretería para comprar unos clavos, tornillos y taquetes (pregos, parafusos y buchas en portugués) nos recomendaron un negocio llamado Camitintas que se ubica en un callejón detrás de la estación de tren. ¿Y qué encontramos al fondo, además de la tlapalería? Pues un lavadero público, como pueden ver en la siguiente fotografía.
Este nuevo descubrimiento me impulsó a observar con mucho más cuidado cuando circulábamos por las calles o salíamos a caminar en algún lugar nuevo. ¿Habría más lavaderos en otros poblados? ¿Y si les tomara fotos para tener un registro? ¿Me encontraría a alguien que aún utiliza este tipo de lavaderos para limpiar su ropa aunque sea invierno, o será hasta la primavera o verano que comiencen a ser usados?
También me dio curiosidad investigar un poco más acerca de la historia que se esconde detrás de los lavaderos de Portugal.
Hasta ahora he encontrado que -al igual que en muchos otros países (incluyendo México)-, en el pasado las mujeres portuguesas acostumbraban lavar la ropa a la orilla de los ríos. Hacia finales del siglo XIX, buscando mejorar las condiciones en que las mujeres realizaban este duro trabajo, los gobiernos locales comenzaron a construir locales adecuados, con las piletas bajo techo para proteger a las mujeres de la lluvia o de los rayos del sol.
Lavadouro de Sistelo |
El lavadero era un punto de encuentro en las aldeas, en especial para las mujeres que acostumbraban ir allí a lavar la ropa antes de que hubiera agua corriente y lavadoras en las casas.Por la cantidad de tiempo que pasaban las mujeres en cumplir con su tarea, aprovechaban ese tiempo para conversar e intercambiar información y conocimientos. Se compartían secretos, se intercambiaban confidencias y se hablaba de la vida de la aldea.
A continuación están algunas fotos de uno de los lavaderos de Caminha; a diferencia de los otros que he visto se encuentra en una explanada en la parte alta de la ciudad. Si algún día viene de visita, tendrán que subir hacia la iglesia, escuela y covento de Santo Antonio.
Si tienen curiosidad de ver cómo era la vida en Portugal hace ya muchos años, les invito a visitar esta página con un artículo sobre el tema con varias fotos antiguas.
O esta otra que menciona a las mujeres que lavaban ajeno, algo que se daba mucho más en las ciudades, donde la falta de espacio y agua potable en las casas sin espacios comunitarios necesitaban una solución diferente: Memorias de Lisboa: las lavanderas
También me encontré con este video con película y fotos que muestran lo pesado que era esta faena que se realizaba en días de calor y en días en que el clima era frío y el agua helada.
Poco a poco la gente ha dejado de utilizar los lavaderos públicos, transformándose estas construcciones en elementos turísticos e históricos.
(Información encontrada en la página https://www.visitarportugal.pt/)Las siguientes fotos muestran el lavadero que nos queda más cerca de casa; de acuerdo con Google maps está a sólo 350 metros o cuatro minutos a pie. No suena a que esté muy lejos, pero si hay que recorrer ese trecho llevando unos diez kilos de ropa sucia, más el jabón, la distancia se hace larga...
Éste también está relativamente cerca de casa, a kilómetro y medio, en el centro de Venade, detrás del Café Calçada:
¿Se imaginan subir estos escalones de piedra cargando la canasta de la ropa limpia?
A mediados de diciembre fuimos a Valença donde nos encontramos con unos amigos que conocemos desde Hong Kong y que ahora también viven en el norte de Portugal. Después de la comida, Ulises y yo decidimos no tomar la ruta directa de vuelta a casa sino pasearnos un poco por los pueblos y las montañas de esa zona.
Metiéndonos por callecitas llegamos a un pueblo llamado Eido do Cima, Arao, al sur de Valença, donde nos encontramos este lavadero. Es de los pocos que tiene una placa mencionando que fue construido en 1964 y restaurado por la junta de freguesia (algo así como el ayuntamiento) en el 2005.
Cuando me bajé a tomar fotos, vi que a un lado había unos manteles y unas sábanas tendidos sobre una malla ciclónica, y una señora grande parada cerca. Armándome de valor y aguantándome la pena me acerqué a ella para preguntarle si lavaba su ropa en el lavadero. Y sí, parece que va casi a diario a lavar ropa; me comentó que anteriormente había mucha gente que utilizaba el lavadero, pero que hoy en día casi todos tenían máquina y ya solamente unos cuantos habitantes del pueblo lo usaban.
También me contó en versión exprés la vida de alguno de sus vecinos que pasó montado en su bicicleta, y después tocó el turno de satisfazer su curiosidad: ¿De dónde era yo? ¿Dónde vivía ahora? Después de eso mi vocabulario portugués pareció esfumarse, así que me despedí, deseándole lo mejor y agradeciéndole su tiempo.
No deja de impresionarme la limpieza y transparencia del agua de riachuelos, ríos y fuentes de la zona, aunque el Minho sí está contaminado con los fertilizantes y pesticidas utilizados en los campos aledaños.
Estas ruinas de un lavadero las encontramos una tarde que fuimos a caminar en la ecovía del Minho cerca de Seixas.
Por cierto, si les da curiosidad saber si algo así existe en México, pueden leer este artículo del periódico La Jornada, o este reportaje en El Universal, sobre un lavadero en San Pablo Chimapla, Cuajimalpa, Ciudad de México.
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