Boxing Day (26 de diciembre)
Durante los meses de noviembre, diciembre y enero estuvo vigente un confinamiento parcial: de lunes a viernes era obligatorio estar en casa entre las once de la noche y las cinco de la mañana. Adicionalmente, en los municipios con una incidencia alta de Covid los sábados y domingos la restricción comenzaba a la una de la tarde. Además estaba prohibido circular entre conselhos (algo así como municipios) los fines de semana.
Para las fiestas navideñas, el gobierno de Portugal relajó un poco las reglas del 24 al 26 de diciembre, por lo que decidimos aprovechar para hacer un recorrido en coche por el Alto Minho y explorar un poco la ecovía al este de Valença, y también la sierra al sur de Monçao.
Nuestra primera escala, muy breve, fue en Soutilho, donde nos desviamos de la carretera para meternos entre los campos por unas callecitas muy angostas, buscando echarle una ojeada a la ecovía que inauguraron apenas unos meses atrás.
Antiguamente Valença y Monçao estaban comunicados tanto por carretera como por tren, aunque este último dejó de dar servicio hace ya varios años. Hoy en día las vías se han transformado en una bella ecovía para peatones y ciclistas que encontramos sin mayor dificultad. Pero no sólo nos cruzamos con la ecovía, sino también descubrimos una calle de concreto que corre a lo largo del Minho; me pregunto si originalmente serviría para vigilar la frontera con España. Durante el recorrido además descubrimos el parque de meriendas de Verdoejo, un excelente lugar para un día de campo durante los calurosos días de verano.
Y por andar dando instrucciones y registrando los lugares para regresar más adelante se me olvidó tomar fotos, jeje
De ahí seguimos hacia Lapela para conocer la torre. Ubicada en el centro del pequeño poblado, es el último remanente de un castillo medieval que durante varios siglos vigiló el Minho. Pero no tuvimos tiempo para explorar la torre con calma: En cuanto nos bajamos del coche se asomó una señora de una casa vecina para decirnos que debíamos irnos. Primero no entendíamos y pensamos que estábamos estacionados en lugar prohibido, pero lo que decía era que a partir de la una de la tarde había confinamiento y debíamos volver a casa lo antes posible.
Nosotros estábamos súper confundidos: antes de salir habíamos revisado por lo menos tres veces si podíamos salir a pasear. Mientras nostros dos hablábamos sobre qué hacer, la señora aprovechó para ofrecernos Alvarinho (vino blanco típco de la región del Minho) casero y decidimos comprarle dos botellas. Por cierto nos gustó mucho cuando lo probamos unas semanas más tarde.
Saliendo de Lapela hicimos escala para revisar cuidadosamente la información oficial del gobierno portugués respecto a las restricciones, y confirmamos que nosotros estábamos en lo correcto. Por ello decidimos continuar nuestro recorrido, subiendo hacia la praia fluvial de Pinheiros.
El sol calentaba delicioso por lo que decidimos sentarnos a la orilla del río para hacer picnic. Obvio que no nos sentamos directamente sobre las piedras frías; en la cajuela del coche siempre traemos una cobija que nos ha sido súper útil cuando no hay mesas o bancas donde sentarse.
El menú nos supo a gloria: bollitos recién hechos esa mañana que rellenamos con el bacalao y el pavo que sobraron de la cena de Navidad, con unas rebanadas de Stollen como postre.
Con el frío y el pastel se nos antojó un café así que camino hacia nuestra siguiente escala nos paramos en el primer restaurante que vimos abierto, en el pueblo de Valterra. Tenía tres o cuatro mesas pequeñas en el exterior y nos sentamos en la única desocupada para disfrutar nuestro cafecinho al calor del sol. El señor sentado a nuestra derecha también estaba gozando la tarde, silbando una melodía alegre entre trago y trago de su café. Me encantó escucharlo; creo que en los más de nueve años que vivimos en Asia nunca escuché a alguien silbar una melodía.
A pesar de estar muy a gusto el tiempo corría y todavía queríamos visitar el puente Medieval de Vilela, y el pueblo de Sistelo, así que partimos dejando atrás el café Caniço.
El puente de Vilela fue el punto de partida para nuestra caminata del día a lo largo de la Ecovía do Rio Vez:
Información en portugués sobre la ecovía
Camino a Sistelo, río arriba del puente medieval, hicimos una parada para bajar a la cañada donde se encuentra la Praia Fluvial Poço das Caldeiras. Nos llamó la atención cómo se transforma el río en unos cuantos kilómetros, de cascadas y rápidos enmarcados por rocas de granito a unas aguas tranquilas que parecen un espejo.
La última escala del día fue en Sistelo, famoso por sus laderas transformadas en socalcos, terrazas en las que tradicionalmente se cultivaban maíz, frijol y papas.
Bajando entre las características casas de granito llegamos a una pequeña esplanada con una veintena de espigueiros, los graneros tradicionales del norte de Portugal. Su interesante diseño por un lado permite que las mazorcas de trigo se sequen durante el húmedo invierno portugués, además de proteger el grano almacenado en su interior del ataque de roedores.
Espigueiros en Wikipedia (portugués)
Claro que no puede faltar el lavadero comunal:Y en Sistelo terminó nuestro recorrido porque se nos hizo de noche; ahora que termine el confinamiento queremos regresar y seguir explorando la zona, en especial la ecovía del río Vez.
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