Ejercitándome en paciencia...

Hace algunos meses estaba yo muy inspirada escribiendo acerca de mi experiencia para sacar la licencia de manejo (o carnet para conducir como dicen en España), pero la situación en Europa del este atrapó nuestra la atención. Rusia estaba posicionando su ejército muy cerca de su frontera con Ucrania, aparentemente para realizar ejercicios militares. Poco a poco los noticieros fueron dedicando más tiempo aire a la amenaza hasta que se confirmó el inicio de los combates.

Después de eso, no supe si seguir escribiendo. ¿Cómo podía yo compartir la incomodidad  de no poder manejar durante casi un año y el pánico (literal) ante el examen práctico de manejo cuando había gente huyendo de sus casas, familias que no sabían dónde dormirían esa noche o si volverían a ver al esposo, al padre, al hijo?

Después de reflexionar, he decidido seguir escribiendo el blog por más simple que sea lo que registre. Quiero dejar plasmadas mis vivencias, experiencias y sentimientos para el futuro, aquello que hacemos día con día. La memoria no siempre es confiable y hay muchos detalles que olvidamos o incluso modificamos. Además, se me hace interesante reencontrarme conmigo misma pasado algún tiempo, con la mirada enriquecida por algunos años más de experiencia.

Así que aquí les va mi aventura con la burocracia portuguesa:

La mayoría de los trámites que hemos hecho en Portugal hasta ahora han sido relativamente sencillos y rápidos; la única excepción fue mi licencia de manejo, que fue un ejercicio en paciencia... ¡mucha paciencia!

Una vez que se es residente en Portugal, existe la obligación de cambiar la licencia extranjera por una portuguesa en plazo determinado. Si la licencia fue expedida por algún país de la Unión Europea o que haya firmado la Convención Internacional de Tránsito Rodoviario, no hay mayor problema: simplemente entregas la documentación necesaria, vas a que te tomen la foto y registren tu firma, entregas la licencia original y ¡tada! recibes la portuguesa.

Pequeño detalle: México no se encuentra en esta lista de países acreditados. Al parecer el gobierno sí firmó la Convención pero nunca fue ratificada por el senado, así que nos tocó el trámite largo.

Entre los documentos requerido porel Instituto de Movilidad y Transporte portugués se encuentra una carta elaborada por las autoridades mexicanas verificando, entre otras cosas, la autenticidad de la licencia de manejo y que se presentó un examen de manejo para obtener la licencia. (Me gustaría saber el porcentaje de mexicanos que presenta examen teórico-práctico cuando saca su licencia por primera vez... En mi experiencia debe ser un número muy bajo; ya me dirán si estoy equivocada)

Cuando contactamos a la embajada de México en Portugal nos indicaron que ellos no podían emitir este documento sino que debía solicitarse directamente a la Secretaría de Movilidad y Transporte del estado que expidió nuestra licencia. 
 
La verdad no recuerdo ni cómo encontré un correo electrónico de la SEMOVI en ciudad de México, pero respondieron con la siguiente información: 
 
La Embajada, a través de su correo institucional, deberá solicitar la validación de la licencia de conducir al titular de la Dirección General del Registro Público del Transporte de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México, a los siguientes correos...
 
Resulta que sólo en la ciudad de México quien debe solicitar esta validación ¡es la embajada! Así que nuevamente contactamos a la embajada, pedimos la carta, y esperamos cerca de dos meses antes de recibir el único documento que nos faltaba para inicar el trámite en el Instituto da Mobilidade e dos Transportes.
 
Debido a la pandemia, casi todos los trámites ahora se realizan en formato digital, así que armamos nuestra carpeta y la enviamos por correo electrónico a principios de noviembre (del 2020).
 
El primero en recibir respuesta fue Ulises. A principios de enero del 2021 recibió un correo con el formato para el pago del trámite y pidiendo que enviara su licencia mexicana junto con la carta de autenticación de la embajada a una dirección en la ciudad de Bragança.
 
Una vez enviados los documentos, Ulises fue a la oficina del IMT en Viana do Castelo donde le tomaron la foto, y después sólo tuvo que esperar a que le llegara su licencia portuguesa por correo. Obviamente durante este tiempo no pudo conducir.

Casi al mismo tiempo que a Ulises le confirmaron que su licencia ya venía en camino, recibí yo el correo con las mismas instrucciones, con la única diferencia que me pedían que enviara mi licencia original a Lisboa.

Y ahí descubrimos que Ulises había tenido muchísima suerte al recibir su licencia portuguesa sin mayor trámite. Después de entregar mi licencia mexicana e ir a que me tomaran la foto para la nueva, no supe nada del IMT por como dos meses. Hasta que me llegó un correo muy amable explicando que debía yo presentar examen práctico de manejo para poder recibir mi licencia portuguesa. Claro que también venía la guía para pagar el examen dichoso, con plazo de una semana.

La verdad, en el primer momento entré en pánico. Nunca me he sentido a gusto presentando exámenes, aunque los escritos no me pesan tanto. Pero los exámenes orales, o donde debo hacer algo bajo la mirada del examinador, me ponen excesivamente nerviosa: tartamudeo, me enredo, me equivoco...

En fin, el tiempo pasaba, era ya junio, mis nervios iban y venían, y no había noticias del IMT. En la línea de apoyo solamente me decían que mi solicitud estaba en proceso y que debía esperar a que la delegación correspondiente se pusiera en contacto conmigo.

Claro, en el 2020 a la lentitud de los funcionarios del IMT se le sumó la pandemia con confinamiento de enero hasta principios de abril, teletrabajo para los burócratas, y prohibición al público de ir a las oficinas si no era con cita previa...

En cuanto eliminaron la necesidad de agendar una cita fuimos a la delegación local para preguntar en qué iba todo el proceso. Me costó un poco de trabajo que me entendieran y me atendieran, pero al final me explicaron que los exámenes de manejo estaban muy retrasados y se agendaban en estricto orden de ingreso de la solicitud. En mi caso particular, apenas habían mandado mi expediente de Lisboa a Viana do Castelo unos días antes (principios de julio), lo que quería decir que la fecha más cercana sería en noviembre...
 
Y así fue: a fines de noviembre recibí un correo del IMT pidiendo que me presentara en la delegación de Viana do Castelo para agendar mi examen. Suena fácil: ir, ver cuándo es la siguiente fecha disponible y luego presentarme el día de la prueba. 
 
Peeero: el examen se tiene que presentar utilizando un coche registrado en una escuela de manejo. Así que a conseguir un automóvil, además de organizar una clase de manjeo para conocer el coche, saber en qué consistía la prueba y en qué debía yo fijarme.

 
Un día antes del examen, agendado para el 22 de diciembre, me fui a dar una vuelta por Viana do Castelo con la instructora de manejo en un Volvo súper moderno, de esos que se encienden con tocar un botón. Practicamos entrar y salir de una glorieta, estacionarme en paralelo, estacionarme em reversa, dar vuelta en U en una calle muy angosta, dar vuelta a una esquina en reversa y no sé cuántas cosas más.
 
Iba yo bastante tensa y la instructora no me ayudó mucho a relajarme: "¡Cuidado con esto!... Así no se agarra el volante... ¡Atención con aquello!... No sé cómo lo hacen en su país pero aquí debe..." No fue hasta al final de la clase que me dijo: "Mientras tenga cuidado en las glorietas, no le pegue a la banqueta y siempre le ceda el paso a los peatones y a los coches que tienen preferencia debería pasar su prueba." Hubiera empezado por ahí...

El día del examen me habían citado a las 8:45 am; ahí estaba yo puntualita y nada de coche ni de instructora. Llegaban los chicos de las otras autoescuelas con sus instructores y salían en el coche o moto para hacer su prueba y yo, parada sola enfrente del IMT. Obvio que no me ayudó a tranquilizarme; los que me conocen saben que me cuesta muchísimo llegar tarde. Pero llegó al fin la instructora con el coche, poco después me llamaron, revisaron mis documentos y comenzamos el recorrido.

Lo que me descontroló un poco es que la instructora pidió poder acompañarnos y ya en el coche iba intercambiando experiencias con la examinadora acerca del embarazo, lo que es tener hijos, la situación de la pandemia y mil y una cosas más. No sabía yo si realmente era un examen o si la examinadorra simplemente estaba cumpliendo con el trámite de salir a dar una vuelta conmigo.

En fin, una vez terminada y aprobada la prueba, la examinadora me dio una licencia provisional en papel, diciendo que podía ya conducir en Portugal desde ese momento, y que me enviarían la licencia definitiva por correo.

Ahora que  ya pasó el susto del examen me doy cuenta que en realidad no había razón para presionarme tanto; llevo conduciendo desde que tengo 16 años, tomé clases de manejo en Ciudad de México, y siempre he intentado manejar con la mayor seguridad posible, siguiendo las reglas establecidas. Aún así, al día siguiente del examen me levanté con un resfriado de aquellos, supongo que fue resultado del estrés al que me expuse yo sola.



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