Vila Franca: La Fiesta de las Rosas
Por fin, después de más de dos años de distanciamiento social debido al Covid, a mediados de abril el gobierno portugués levantó (casi) todas las restricciones.
Y con ello comenzaron nuevamente muchas tradiciones y eventos culturales que habían sido suspendidos por la pandemia. Entre ellos se encuentran las romerías y fiestas populares que se realizaban año con año en las diferentes poblaciones hasta que el dichoso virus las puso en pausa.
Una que me llamó la atención fue la Festa das Rosas en Vila Franca, una población cercana a Viana do Castelo. A mí me encantan todas las flores, y las rosas están entre mis favoritas. De hecho, he plantado diez rosales en el jardín aunque ahora me tengo que armar de paciencia y esperar a que crezcan más.
Pero ya me desvié del tema: como pueden ver en el poster promocional, la fiesta se lleva a cabo a comienzos de mayo, de viernes a domingo, con diferentes actividades a lo largo del fin de semana. Nosotros decidimos ir solamente el sábado por la tarde y quedarnos hasta la media noche para ver los fuegos artificiales anunciados en el programa. ¡Tenía yo tantas ganas de verlos!
Todo estaba muy bien organizado y señalizado, con una calle para entrar al descampado que se había transformado en estacionamiento, y otra para salir del pueblo sin enredar el tránsito.
En cuanto nos bajamos del coche escuchamos el sonido de muchos tambores viniendo de la zona de la iglesia. Llegando al atrio descubrimos que era algún tipo de competencia entre grupos de percusión, pero al pasar frente a la puerta de la iglesia nos distrajimos al ver el interior, todo lleno de flores. Había rosas por doquier, adornando los altares, la pila bautismal, las figuras de los santos...
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También estaban expuestas una canastas enormes decoradas con pétalos y rosas, y las figuras de los santos que llevan en procesión por las calles de Vila Franca. El Tradicional Cortejo das Rosas Votivas es una parte importante de la fiesta, cuando las chicas llevas las canastas decoradas cargadas sobre la cabeza miestras recorren las calles hasta llegar a la iglesia. La verdad no sé ni cómo le hacen pues las canastas llegan a pesar hasta 50 kg. Y si a alguien le da curiosidad, aquí hay un enlace donde muestran la elaboración de las canastas.
En la imagen a la izquierda se puede apreciar cómo cada hoja y cada pétalo están sujetos con alfileres.
Cuando salimos de la iglesia los grupos de percusión seguían golpenado sus tambores con mucho entusiasmo. Por lo que pudimos ver, cada equipo es de un pueblo diferente y sus integrantes visten todos con las mismas playeras. Traen además una bandera en la que van atando las cintas que reciben en las diferentes fiestas a las que asisten, similar a como sucede con las estudiantinas.
Después de un rato nos cansamos de los tamborazos y nos fuimos a explorar; en el camino se nos atravesaron estas comparsas, que aquí se llaman gigantones y cabezudos, jeje.
Obviamente que, como buena fiesta de pueblo, no podía faltar la feria con sus carritos chocones, un carrusel y otros juegos mecánicos, además de los puestos de comida que vendían desde churros hasta lechón asado, pasando por galletas, panes y caramelos. Nos dio mucha risa que también había un puesto que tenía su merolico; nunca nos enteramos qué era lo que vendía exactamente pero sí entendimos perfectamente que era una oportunidad sin igual, y que si se compraba el producto le agregaba no sé cuántas cosas más.
De tanto caminar nos dio hambre por lo que decidimos compranos unos panes con chorizo acompañados de una cerveza para cenar; cuando vimos los dispensadores de mayonesa, catsup y anexas no pudimos más que reirnos.
El siguiente evento de la fiesta de las rosas fue un mano a mano entre dos orquestas marciales. En el atrio de la iglesia habían levantado dos quioscos ex profeso para ello donde a duras penas cabían los músicos y el director. Las orquestas tocaban de manera alternada, y el público marcaba con aplausos su pieza favorita.
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