La vendimia

En las zonas rurales de Portugal aún hay mucha gente que tiene vides, ya sea en el huerto casero, plantadas en las orillas de los campos, o incluso frente a las casas, formando una enramada. La sombra y el fresco que dan a los callejones era un alivio para las personas cuando regresaban a casa después de haber trabajado en los campos bajo el sol.

Aunque hay muchos de nuestros vecinos que todavía tienen vides en sus quintales, son pocos ya los que utilizan las uvas para producir vino para consumo propio. Este vino no tiene nada que ver con uno comercial; es más bien ácido y no se puede guardar por mucho tiempo, sino que tiene que ser bebido en unos cuantos meses. 

A nosotros nos gusta usar este vino como base para preparar sangría para los peregrinos; muchos se quedan asombrados cuando decimos que el vino es de producción local. 

Al igual que con la cosecha de maíz, para la vendimia se reúnen familia y amigos y, de no ser suficientes, se contrata a una o dos personas más. Para nosotros éste es el tercer año que nuestros vecinos nos invitan a ayudarles.


La cita normalmente es a las ocho de la mañana, e igual que en los campos de maíz, se va trabajando en grupo hasta cosechar todas las uvas.

Eso sí, durante la vendimia no hay "lanche"; dicen que si cae un poco de pan, aunque sea una sola migaja, en las uvas, se estropea el vino. Pero el tentempié no se extraña porque podemos ir comiendo de las uvas mientras vamos cortando los racimos.

 
Por lo que nos han platicado mientras estamos cortando los racimos, antiguamente se acostumbraba a separar los diferentes tipos de uva, pero como hoy en día se produce muy poco vino ya mezclan incluso uvas blancas y rojas.    En las fotografías pueden ver la forma en que en esta zona de Portugal se plantan las vides, formando un emparrado en vez de hileras.
 
En la siguiente fotografía pueden ver a Ulises con Doña Lourdes, nuestra vecina, aquella que nos regala huevos y pollos y papas y frutas de temporada...
 
Una vez que terminamos de cosechar las uvas de las diferentes casas y terrenos las llevan a casa del Senhor João, cuñado de Doña Lourdes, quien aún tiene (y mantiene) todo el equipo para elaborar el vino.
 
El primer paso para hacer el vino consiste en moler las uvas, aunque ya hace mucho que no se hace pisándolas, sino usando un molino manual -que pueden ver en las siguientes imágenes. Este molino es portátil por lo que se puede colocar en la parte superior de los diferentes barriles y tinajas. Una vez triturados los racimos (sí, con todo y los tallos) se dejan reposar para que comience la fermentación.
 

Más o menos diez días después de moler las uvas está listo el "vinho novo", resultado de la primera fermentación. Éste es un vino bastante dulce, espumoso, que es laxante si se bebe en exceso y con el que te puedes emborrachar con facilidad, así que es mejor tomar poco. Cuando nos regalan de este vino, generalmente nos dan un envase de refresco de un litro y medio, que además se debe dejar medio destapado para que no explote, jeje.
Regresando a  la bodega y a las barricas, el vino puede retirarse de las tinajas en cuanto el bagazo flota en la superficie. Éste es el momento de vaciar el vino en las barricas de madera de la bodega para la última maduración.








Ya que se retiró todo el vino de las tinajas, el bagazo que queda se coloca en esta prensa para exprimir todo el líquido que quedó en las uvas.
 
 
 
 
 
Ese día pedí probar un poco del vino, y en vez de una copa o medio vasito me dieron el plato hondo lleno hasta el tope, como pueden ver en la fotografía. Lo malo es que ese día yo fui sola y tenía que manejar de regreso a casa.

Nuestros vecinos nos dejaron una prueba de "vinho novo" en esta botella reciclada de refresco. La encontramos frente a la puerta de la cocina un día cuando regresamos de algún mandado.



Para terminar, los dejo con esta imagen de las garrafas que duermen como la Bella Durmiente en la bodega del Senhor João, soñando con tiempos pasados...


















 

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