Navidad en Vigo
Este año se les complicó a los chavos viajar durante la temporada navideña, por lo que Ulises y yo decidimos ir a pasar las fiestas a Vigo, famosa por su iluminación de Navidad. Desde comienzos de diciembre, esta ciudad se iluminó con más de once millones de luces LED colocadas en unas 450 calles; entre las figuras estuvieron un árbol de navidad con 44 metros de alto, una caja de regalo o una esfera gigante.
Estas decoraciones son tan populares que durante la temporada navideña llegan miles de visitantes a Vigo, provocando unos embotellamientos enormes en los accesos a la ciudad. Y, claro, los lugares de estacionamiento son imposibles de encontrar.
Por esa razón decidimos mejor usar otro medio de transporte: el tren Celta, que va de Porto a Vigo; como no para en Caminha, fuimos en coche hasta Valença para ahí tomar el tren.
Para variar éste venía con retraso, así nos entretuvimos tomando fotos de la estación. Les comparto algunas: 😊
Con un nombre tan elegante como "Tren Celta", nos imaginamos que nos tocaría viajar en los vagones nuevos que Comboios de Portugal compró hace poco, pero eran icluso más viejos que el tren regional que va de Caminha a Viana...(Aunque sí son más nuevos que el reloj de la estación con diseño clásico, jeje)
Como una parte de la vía del lado español aún no está electrificada, la locomotora es de diesel; no recordaba yo lo ruidosas que pueden ser.
Algo que nos hacía ilusión de este viaje era cruzar el puente internacional Valença-Tui; este puente, al igual que el de Viana do Castelo, tiene la peculariedad de ser de dos pisos. En éste las vías del tren corren en la parte superior (por donde nunca habíamos pasado), mientras que los coches circulan en la parte inferior, tramo que ya hemos recorrido varias veces.
La siguiente foto muestra la vista al cruzar de Valença a Tui en
tren. Hay gente que dice que este puente fue diseñado por Gustave Eiffel o alguno de
sus discípulos, pero la realidad es que se trata de una obra del
ingeniero riojano Pelayo Mancebo y Ágreda. El puente entró en servicio
en 1885, o sea que ya tiene casi 140 años.
Y así se ve la parte inferior cuando se cruza en coche de Tui hacia Valença:
Entrando a Vigo las vías corren a lo largo de la ría, una de las muchas entradas de mar que caracterizan la costa gallega, desde donde pudimos ver las bateas en las que se cultivan mejillones y ostras que dan fama a la ciudad.
Camino al hotel descubrimos que en el camellón de La Gran Vía hay un pasillo eléctrico que nos hizo recordar el Mid-levels escalator de Hong Kong -claro que es mucho más corto que aquél, y creo que tampoco cambia de dirección.
La caminata por la ciudad llena de luces nos gustó mucho; no hacía tanto frío y, sobre todo, no había viento.
Les dejo aquí el enlace a la Galería de fotos de las luces de navidad para que se den una idea de cómo se veía la ciudad.
El 25 de diciembre comimos en casa de unos amigos que conocimos a través del albergue de peregrinos; cuando Aitor y Luisa tienen unos días libres, aprovechan para ir a Caminha y trabajar como voluntarios recibiendo a los peregrinos.
Al ser feriado todo estaba cerrado, excepto los cines, así que en la tarde-noche fuimos a ver una película que sonaba buena, "Ocho apellidos marroquís". Se supone que es una comedia que se burla de los prejuicios que tienen los españoles respecto a los marroquíes, pero la verdad nos sentimos incómodos con la manera en que lo presentaron.
El día 26 decidimos cruzar la ría al pueblo de Cangas; de ida nos tocó un ferry pequeño con la opción de sentarse al aire libre en la cubierta superior. Obviamente que nos acordamos de los ferrys que conectan a las diferentes islas de Hong Kong.
Me he dado cuenta que menciono mucho Hong Kong; a pesar de que en un principio no fue fácil ir a vivir tan lejos y a un mundo tan diferente, echo de menos esa ciudad a la que tomé mucho cariño.
De regreso de Cangas y antes de tomar el tren de regreso a Portugal nos subimos a la rueda de la fortuna que instalan cada temporada navideña. Como todavía era temprano, la espera para subirnos a la noria (como la llaman por aquí) fue muy corta. Con sus 54 metros de altura ofrece una vista espectacular sobre la ría y la ciudad.
Nos tocó compartir la cabina con una pareja de portugueses; se notaba que el chico no estaba muy contento de estar ahí porque se mantuvo agarrado de una de las barras todo el tiempo que estuvo girando la rueda de la fortuna. En parte era entendible porque las cabinas no son cerradas, sino son unas jaulas metálicas que se ven con más claridad en el video.
Así se veía la fila para la noria desde las alturas:
Durante el regreso tuvimos un pequeño contratiempo: estábamos ya por llegar a Valença cuando el tren se detuvo en medio de la nada. Después de unos veinte minutos por fin pasó el conductor para informarnos que se había descompuesto la locomotora pero que podría llegar hasta la estación. Todos aquellos que continuaban hacia Porto tendrían que esperar para tomar otro tren; nosotros solamente nos bajamos y tomamos nuestro coche para regresar a casa.
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