O comboio

Después de un verano en el que disfrutamos del calor, del sol y de nuestras muchas visitas, creo que es tiempo de retomar el blog antes de que se me olviden las cosas -bueno, ya se me pasó hasta el otoño y la Navidad está a la vuelta de la esquina 😏

Mejor me apuro para ponerme al día, y como ésta es la entrada que tengo más avanzada, es con la que voy a comenzar en vez de tratar de seguir un orden cronológico.


Siempre me ha gustado mucho viajar en ferrocarril. Cuando niña para mí era lo máximo tomar el tren para ir a visitar a mis abuelos a Aguascalientes.  Llegábamos al anochecer a la estación de Buenavista en ciudad de México, y antes de abordar podíamos ir a la tiendita a comprar alguna golosina. Mi hermana y yo siempre escogíamos unas galletas en forma de aro, muy crujientes, que rara vez encontrábamos en los supermercados y que no he vuelto a ver nunca más. Se me hacía muy emocionante salir después de la puesta del sol, viendo como se iba iluminando la ciudad, y llegar a Aguascalientes al amanecer.

Otros viajes inolvidables fueron los campamentos de la escuela que pasamos en Uruapan y Oaxaca, ya en la secundaria. En ambas ocasiones la cita inicial también fue la estación de Buenavista, donde tomábamos el tren por la noche para llegar a nuestro destino a la mañana siguiente, muy temprano. Eso sí, por cuestiones de economía y rapidez, el regreso del campamento era con el autobús, lo que significaba una tortura para mí porque la combinación de las mil y un curvas de las sierras mexicanas y el olor a diesel y encerrado me causaban una náusea espantosa. Desgraciadamente, en aras de la privatización en algún momento de la década de los 90 desparecieron los trenes de pasajeros en México, sobreviviendo apenas los de carga.

 

Una de las cosas que me gusta mucho de vivir en Europa es la red de trenes que existe. A pesar de que Portugal no se puede comparar con países como Alemania o Suiza,  desde la estación de tren de Caminha con sus maravillosos azulejos podemos ir hacia el norte a Valença o Vigo o al sur hacia Viana do Castelo, Porto o incluso Lisboa.


Como el tren regional es cómodo, barato y tarda el mismo tiempo que ir en coche, si nos acomoda el horario preferimos usar este medio de transporte cuando vamos a Viana do Castelo. Tiene además la ventaja que al llegar a la ciudad no hace falta buscar estacionamiento, que a veces es bastante complicado.

Hace alrededor de dos años terminaron de electrificar toda la línea, reduciendo de manera significativa el ruido y la contaminación producidos por los trenes. Los únicos que aún utilizan locomotoras diesel son los trenes de carga que llevan los enormes troncos destinados a ser tranformados en papel.

La desventaja que tiene es que los horarios son bastante limitados. Hay una sola vía entre Valenca y Viana do Castelo, exceptuando en la estación de Caminha, que es donde se cruzan los trenes que van en direcciones opuestas. Y si el que viene en sentido contrario está demorado, no le queda más opción al conductor que esperar a que llegue para poder salir hacia su destino.

Como en Caminha no hay taquilla los boletos se compran a bordo con el inspector, o en la página de Comboios de Portugal -que es lo que normalmente hacemos. Se me hace interesante que no tengan máquinas expendedoras como en Suiza o Alemania...

Hace algunos meses estuvieron de visita unos amigos que de Caminha fueron hasta Cascais con el tren; estaban sorpendidos de lo bien que hablaba inglés el inspector y la amabilidad con la que les ayudó para confirmar las conexiones y comprar todos los billetes.

La estación de Viana, a pesar de no tener azulejos decorativos como Caminha, también es muy bonita con su edificio centenario decorado con cantera y rematado con un techo de teja.

Hace poco salió la noticia en el periódico que una constructora planea remodelar la estación para transformarla en un hotel temático con 50 habitaciones, manteniendo los servicios de tren. Aquí una liga al artículo en portugués, por si les interesa.

Frente a la puerta principal se encuentra una estatua de bailarines representando a los bailes populares de la zona del Minho. La mayor fiesta de Viana, en la que participan grupos folclóricos de todo el distrito, es la romería dedicada a Nuestra Señora de Agonía. Esta fiesta, que se lleva a cabo a finales de agosto, es famosa en todo Portugal, al igual que la canción tradicional de la romería: "Havemos de ir a Viana".

 

En la estación hasta hace algunos meses había un pequeño café, muy acogedor, donde me gusta sentarme y tomar algo en lo que llega mi tren. Y digo había porque no sé so siga funcionando; en las últimas seis semanas hemos llevado el coche cuando hemos ido a Viana porque no ha dejado de llover.Uno de los mayores retos cuando tomamos el tren es que en ninguna de las estaciones hay letreros luminosos anunciando el andén y el destino, sino que hacen el anuncio por altavoz. Por lo general no entendemos ni media palabra, así que en Viana tenemos que estar a las vivas para ver si hay que abordar en el andén 1, 2 ó 3. Y en una ocasión casi perdemos nuestro tren porque estaba estacionado en el andén opuesto al que estábamos nosotros y solamente nos dimos cuenta en el último momento.

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